viernes, 14 de marzo de 2008

Biografia de Rafael Farina


Rafael Farina



Con pocos años se trasladó a Salamanca capital, donde pronto comenzó a cantar «al plato» en bares (especialmente en el Barrio Chino, al que convirtió en su centro neurálgico en la ciudad charra, y en fiestas privadas de la burguesía local). Con veinte años se trasladó a Madrid, donde ya trabajaba como cantaor su hermano mayor, Antonio, conocido con el sobrenombre de Calderas de Salamanca. La primera actuación de Rafael tuvo lugar en el colmao Los Gabrieles, de la calle de Echegaray.

En 1949 se consagró como artista de masas en el homenaje que se tributó al cantaor jerezano Juanito Mojama, en el cine Alcalá, donde se codeó con las primeras figuras flamencas del momento.


A continuación, se integró en la compañía de Concha Piquer, con quien permaneció durante un año. Con ella viajó por toda España y varios países de América y cantó por primera vez con orquesta. Abandonó a la artista levantina para participar en la reedición del espectáculo «La copla andaluza», de Antonio Quintero y Pascual Guillén, en el teatro Pavón, donde compartió escenario con Porrina de Badajoz, La Paquera de Jerez, El Sevillano y Beni de Cádiz.

Influenciado por dos personalidades artísticas tan diferentes e incluso contrapuestas como la de Manolo Caracol y la de Pepe Marchena, Farina ha sido uno de los cantantes aflamencados que ha gozado de mayor aceptación del público durante varias décadas. Ha llenado teatros, plazas de toros y todo tipo de recintos.

En 1953, ya con compañía propia, estrenó en el Circo Price madrileño el espectáculo «Bronce y oro». Después se sucedieron «Luces de feria», de Quintero, León y Quiroga, «Circo de feria» y «Arte y solera». En 1956 presentó, en el teatro Fuencarral, «El cante ya tiene rey», montaje en el que cantó por primera vez una de las coplas que le harían más popular, «Las campanas de Linares».

Un par de años más tarde volvió a acercase al cante flamenco más puro con su participación en «Desafío de coplas», espactáculo en el que se midió con Porrinas y Pepe Pinto. A partir de entonces, su fandango, el palo flamenco que mejor cultivó, adquirió un sello propio inconfundible.

En marzo de 1967 fue sacado a hombros del Price tras una representación de «Pregón gitano», uno de sus espectáculos de mayor éxito, en el que también intervenía un jovencísimo Paco de Lucía.

Junto a Lola Flores, en 1968, interpretó el montaje «Arte español». Con posterioridad participó en las obras «Luces de feria», «Solera del cante» y «Clarines del cante».

El artista salmantino intervino en el rodaje de varias películas, entre las que destacan «Café de Chinitas», «Puente de coplas» y «La copla andaluza».

Entre sus canciones más conocidas figuran, además de «Las campanas de Linares», títulos como «Vino amargo», «Mi perro» y el pasodoble «Mi Salamanca».

Durante los últimos años, Farina había abandonado los grandes escenarios y actuaba en pequeños recintos, en los que seguía haciendo gala de la enorme entrega y profesionalidad que siempre le caracterizaron.

El veterano cantaor jerezano Manuel Soto «Sordera» dedicó, hace años, un cariñoso elogio a Farina: «hay que escuchar bien a Rafael. Con su eco de voz, si hubiera nacido en Jerez, habría sido el cantaor gitano más importante del siglo».

Rafael Farina falleció en Madrid el 21 de noviembre de 1995 a los 72 años de edad, como consecuencia de un infarto de miocardio, tras haberle sido practicada un operación a corazón abierto en la Clínica de Nuestra Señora de América de la capital. Ese mismo día, Juanito Valderrama, amigo y compañero de Farina durante años, le calificó de «gran artista de la copla española». Paquita Rico recordó: «Podía estar cantando veinticuatro horas y no se cansaba». La Chunga señaló que «el fandango de Rafael siempre será recordado. Era un artista de los que ya quedan pocos. Tenía una gran personalidad».

El ayuntamiento de Salamanca inmortalizó la figura de Rafael Farina en una estatua de bronce ubicada en pleno Barrio Chino de Salamanca, en la Calle de la Palma.

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